miércoles, 14 de octubre de 2009

Apuntes sbre las fronteras creativas, por: Salviolo


“Cuando se quiere estudiar a los hombres hay que mirar cerca de uno; pero para estudiar al hombre hay que mirar, hay que aprender a mirar a lo lejos: hay que aprender a mirar las diferencias para descubrir las propiedades; .... allí donde se resuelve la artificial antinomia que un día separara mi sociedad y las otras sociedades, la naturaleza y la cultura, lo sensible de lo racional, la humanidad y la vida. Pero, por encima de todo, del “otro”, aquel con “él” que me reconcilió y que me obliga a descubrir que siempre estuvo en mí, de manera que es a mí mismo a quien encuentro ahora tan lejos, en una humanidad extraña a quien una superstición me hizo creerme distinto”. Jean-Jacques Rousseau en Tristes Trópicos.

Las fronteras son siempre experiencias de lo cotidiano. Es un espacio de recreación consciente e inconsciente, donde la única certeza es la de practicar, fervorosamente, un encuentro con lo que somos, pero también con lo “otro” que podemos ser. Es en síntesis un lugar donde desarrollar nuestras múltiples identidades. Los límites que habitualmente nos hacen entender el mundo como si hubiera una ley, un orden, una cultura – a lo sumo dos, Oriente y Occidente- un Arte, una forma de funcionar en la sociedad, y una manera de ser, son consideraciones útiles pero poco funcionales. Nos ayudan para guarecernos frente a la lluvia imprevista pero no soportan una sudestada.

Frente al desarrollo tecnológico y el frecuente acento de la comunidad científica en el cambio de paradigmas de todo tipo, las concepciones rígidas han cedido paso a las interpretaciones y percepciones de una nueva forma de ser en el mundo. La que señala que el límite o la frontera debe ser subrayado sólo para borrarlo con los dedos de la mano. Y esta es una experiencia que nosotros realizamos diariamente con el cuerpo y con el pensamiento. La generación multitasking – personas que realizan más de dos tareas al mismo tiempo- y todos los que nos vemos forzados a serlo, somos un ejemplo de este acontecer diario. En lo que concierne a la creatividad aplicada a una experiencia artística, el imaginario de cruzar fronteras es una herramienta muy poderosa para hacer circular conocimientos, saberes e intuiciones:

1. Nos ayuda a entender y experimentar la idea, de mezclar lo mejor de todos los mundos – el sensible con el racional, la fantasía con la lógica, la intuición y percepción con la compleja red de ideas y pensamientos estructurados-.

2. Nos alienta, en definitiva, a descubrir toda la multiplicidad de lo que somos y podemos ser; 3. Nos compromete a devenir (1) en la creación. Y el devenir es una práctica del ser con todo el cuerpo, es el ejercicio de la creación a partir de uno hacia el “encuentro” con lo otro que “encuentro” en el camino, en la experimentación. Ese encuentro constituye lo que Gilles Deleuze señala como concepto de “ideas”, precisamente el encuentro, el devenir, un entre dos, un cruce de fronteras.

De modo que la peregrinación hacia las miles de partituras de lo que somos es un encuentro a partir de lo que soy con todos esos otros “yo” que también puedo ser, en la práctica de la experiencia creativa de la vida (2). Entonces, para crear habría que borrar el límite, cruzar la frontera, animarnos a experimentar nuestras otras caras o identidades. Para poder vivir una vida que nos esta vedada por los convencionalismos del pensamiento estructurado. Crear en estos términos implica arriesgarse a jugar, en la experiencia del devenir, con el lenguaje visual, el narrativa, el simbólico, el musical, entre otros. Un ejemplo de esto puede encontrarse en los escritores americanos de 1950 o 1960, la generación Beat o el nuevo Periodismo Americano, y autores como Flannery O`Connor, John Cheever, o Henry Miller de quien ésta cita nos brinda un extraordinario escenario para comprender la relación del devenir y la escritura.

“Ya no miro a los ojos de la mujer que estrecho en mis brazos, los atravieso a nado, mi cabeza, brazos y piernas también, y observo que detrás de las órbitas de esos ojos se extiende un mundo inexplorado, un mundo de cosas futuras, un mundo carente de lógica... el ojo liberado del yo, ya no revela ni elimina nada, se desplaza a lo largo de la línea del horizonte, viajero ignorante y eterno... he quebrado el muro que crea el nacimiento y el trazado de mi viaje es curvo y cerrado, sin ruptura. ... Mi cuerpo entero debe devenir un rayo perpetuo de luz cada vez más intenso... aprieto mis oídos, mis ojos y mis labios. Antes de que vuelva a ser hombre, probablemente, existiré como parque... "(3)Este breve apunte fronterizo busca ser sólo una posibilidad creativa entre tantas otras, para animarnos a vivir la experiencia de crear en un espacio donde todo puede ser posible si aceptamos la multiplicidad de rostros que tenemos.

(1) Para más información se puede buscar el concepto de Dasein en Heidegger como el “el ser arrojaado al mundo”.
(2) Unir el arte a la praxis vital es que lo constituye una experiencia creativa en la vida como postula el acervo intelectual y cultural de las vanguardias artísticas del siglo XX.
(3) Millar, Henry, Trópico de Capricornio, Ed. Alfaguara, 1995, pp- 150- 151

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